Hola a todos.
Antes de escribir lo que me he propuesto, me gustaría
presentarme: mi nombre es Josu y mi intención es tratar el tema de la educación.
Este es un asunto que me preocupa bastante, puesto que por mi profesión soy
parte implicada en él y mi deseo es ofrecer mi punto de vista. Por supuesto,
muchos de los que participáis en este blogg estaréis de acuerdo conmigo y otros
tendréis una opinión distinta acerca de lo que voy a comentar. Lo cierto es que es
un tema que resulta bastante polémico y muchas veces no nos ponemos de
acuerdo ni siquiera los que nos dedicamos a ello. Por tanto, y muy a grandes
rasgos, voy a redactar sobre este aspecto.
Más que ofrecer una definición sobre lo que es la educación, ya que eso
llevaría páginas y páginas, voy a centrarme en aclarar ciertas cuestiones que, bajo
mi perspectiva, hay ocasiones en que se confunden y se entremezclan. De una
manera que quizá a alguno le pueda resultar simple (no soy pedagogo ni
sociólogo), voy a distinguir entre dos tipos de educación: la educación en valores y
la educación competencial y académica. Esta última incluiría todos los aprendizajes
que abarcan las diferentes materias que se imparten en los centros educativos,
independientemente del nivel en el que nos movamos.
La educación en valores es una parte de la educación integral de las
personas que se adquiere desde el momento de su nacimiento y que está
motivada, especialmente, por la familia y el entorno que rodea a la persona en
cuestión. Es lo que, de alguna manera, llamamos “modales” y comportamiento
cívico. Todo lo que abarcaría las normas no escritas, pero sí establecidas
culturalmente en nuestra sociedad. En este tipo de educación influye decisivamente
la familia del individuo y los modelos que le inculquen desde el primer momento de
su existencia. De manera equivocada, según creo, se ha intentado derivar este tipo
de educación a los centros de enseñanza, de manera que es frecuente escuchar
mensajes como: “Que lo eduquen en el colegio, que para eso están los profesores”,
o “¿Es eso lo que te enseñan en el colegio?”, asignando a la escuela una función
que no le corresponde de forma directa. Y no con esto quiero eximir de esa
responsabilidad a la escuela, que tiene que colaborar en esa línea. Pero su tarea en
este aspecto ha de ser de colaboración y afianzamiento, no de construcción.
La escuela tiene su propio cometido, que no es otro que la formación del
individuo en distintas competencias y habilidades (lingüística, social, matemática)
que le otorguen las capacidades necesarias para el desempeño de tareas en su
entorno social además del nivel adecuado para acceder paulatinamente a niveles
superiores de enseñanza que le permitan especializarse y completar su formación.
Todo esto, y por supuesto, sin menoscabo de apoyar una educación en valores tan
necesaria para su integración social plena. Lo que pienso que es descabellado es
asignar a la escuela la adquisición de ambos tipos de educación, más que nada
porque es imposible abarcar la extensión que las dos unidas conlleva.
Como conclusión, y rompiendo una lanza a favor de la escuela aún con
todos los defectos que pueda tener el sistema educativo (ese es otro tema),
considero fundamental el papel que juegan las familias en el comportamiento de
las personas y en su desarrollo como tales. No pretendo, insisto, en quitarle esa
responsabilidad a la escuela, pero lo que sí parece evidente es que lo que pueda
aportar esta a las personas depende en gran medida de lo que previamente hayan
recibido.
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