UN CUADERNO DE REFLEXIONES PARA EL VOLUNTARIADO.

domingo, 20 de noviembre de 2011

ESCLAVOS EN EL AMAZONAS

El repunte del conflicto agrario que sufre el Amazonas brasileño ha puesto una vez más al desnudo la fractura social que persiste en esta región. Pocos y poderosos concentran grandes extensiones de tierra y se benefician de sus riquezas, a menudo causando daños irreversibles en la naturaleza. Mientras, una gran masa continúa sufriendo penurias a la espera de que el Estado cumpla su promesa de acometer la necesaria reforma agraria. Solo esta alarmante desigualdad social explica que el fenómeno del trabajo esclavo mantenga una marcada presencia en determinadas áreas del norte y noreste de brasileño.


Brasil
A FONDO
Capital: Brasilia.
Gobierno:República Federal.
Población:191,908,598 (2008)
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En 2010 fueron liberadas 2.600 personas, frente a las 6.000 de 2007

Los denunciados, ricos e influyentes, no suelen ser condenados

Hace décadas que esta práctica encuentra su máxima expresión en el Estado amazónico de Pará. Allí, el Gobierno de Brasilia se revela incapaz de controlar las actividades del todopoderoso sector agropecuario y de las omnipresentes explotaciones madereras, mineras y de producción de carbón. Es difícil cuantificar la dimensión del problema. Las autoridades y fuerzas policiales solo destapan algunos casos.

En 2003, la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) -vinculada a la Iglesia católica y bregada en la defensa del medioambiente, los indígenas y los campesinos- estimó que unas 25.000 personas estarían siendo víctimas del trabajo eslavo en Brasil. Hoy nadie aventura un cálculo, aunque las permanentes operaciones de rescate de esclavos dan fe de que el problema persiste.

"En todos los países del mundo existe el trabajo esclavo. La diferencia es que en Brasil hemos asumido públicamente que el problema existe, lo hemos llamado por su nombre y trabajamos para erradicarlo. En otros países la economía también está manchada por este fenómeno y no se reconoce tan abiertamente", sostiene Leonardo Sakamoto, uno de los más reconocidos especialistas brasileños en la materia.

Es cierto que el Gobierno aborda este problema en toda su crudeza. De hecho, informa sobre los rescates y airea una lista negra de empresarios y firmas que recurren a la explotación inhumana de sus empleados. Y más allá: cuando un nombre pasa a engrosar esta lista del escarnio público, que hoy cuenta con 246 denunciados, pierde el derecho a recibir créditos de entidades estatales, y se enfrenta a eventuales embestidas judiciales promovidas por la Fiscalía del Trabajo o la Fiscalía Federal.

Sin embargo, parece que estas amenazas no amedrentan a muchos empresarios, que continúan recurriendo a la mentira para reclutar a trabajadores de otras regiones. "En los últimos años Brasil ha mejorado bastante, pero los esfuerzos que se están haciendo aún son insuficientes", afirma Sakamoto. Entre las grandes cuentas pendientes están los escasos avances en la prevención del fenómeno, la parálisis de la reforma agraria y la impunidad generalizada cuando los responsables son identificados y juzgados. "En los últimos años solo se han producido 40 condenas y pocas se han ejecutado. Los responsables suelen tener influencia y dinero suficiente para pagar a los mejores abogados", abunda.

En el Estado de Pará se cumplen, según todas las fuentes consultadas, las condiciones idóneas para que florezca el trabajo esclavo. El sureste de ese estado es, a juicio del juez laborista en Marabá, Jônatas dos Santos Andrade, "una frontera de expansión agrícola y una de las mayores provincias minerales del planeta". Además, dice, allí se vive una ausencia selectiva del Estado. "Este invierte en la producción económica pero no en una debida estructuración social", dice.

Tres de cada cuatro víctimas del trabajo esclavo son de raza negra o mulata, y en su mayoría analfabetas, según un estudio del investigador Marcelo Paixao. Los miles de trabajadores rescatados en los últimos años narran una experiencia bastante similar: suelen recibir una oferta de trabajo lejos de sus hogares, normalmente en otros Estados brasileños, con el propósito de aislarlos de su entorno amistoso y familiar. Muchas veces ni se les informa del lugar exacto donde van a trabajar, sino que se les traslada, hacinados, en vehículos precarios por rutas que impidan una fácil identificación del recorrido. Una vez en el destino, los empleados pagan por todo: el transporte, la comida, la indumentaria y el material de trabajo. En las haciendas, los patrones tienen establecimientos donde sus trabajadores compran lo que necesitan a precios a veces abusivos. El empleado acaba gastando su exiguo salario en artículos de subsistencia hasta que comienza a endeudarse con su jefe. Según aumenta la deuda, el individuo queda más acorralado y a merced del explotador.

Las viviendas suelen ser a menudo precarios chamizos en plena selva, donde los trabajadores están expuestos a las lluvias,los insectos y las serpientes. Con frecuencia tampoco hay agua potable.

Valdimar do Nascimento tiene 29 años y huyó recientemente de la hacienda donde trabajaba. Este hombre cuenta en Marabá que la deuda acumulada con su patrón redujo su salario a 56 euros mensuales por fumigar campos de sol a sol. El contacto prolongado con el veneno y la falta de higiene le provocaron erupciones cutáneas en la pierna izquierda. "Cuando comencé a sentir mucho dolor, a tener fuertes mareos, fiebre y a perder la visión, hablé con el patrón para contarle lo que me pasaba y me respondió que no era tan grave. Me dijo que fuera al hospital público y ni me propuso facilitarme el transporte. Entonces empecé a entender que me tenía que marchar de allí y denunciar lo que pasaba", narra abatido.

Antonio Pereira da Sena también cuenta que subsistió en condiciones lamentables. A sus 41 años se presenta hambriento y con el gesto demacrado tras meses comiendo mal y durmiendo bajo unos plásticos. En plena selva. Relata que el agua que él y su familia estaban forzados a beber provenía de un pozo contaminado por los restos de un buey muerto. Como en el caso de Do Nascimento, el patrón no le pagaba el salario acordado. "Me lo descontaban todo: comida, material de trabajo, el calzado. De manera que al final el patrón me dejo sin salida, sin dinero y sin nada", dice.

Uno de los instrumentos para el combate del trabajo esclavo en Brasil es el Grupo Móvil de Fiscalización, creado en 1995. Desde entonces, las fiscalizaciones de haciendas y centros de trabajo ha ido creciendo. Sin previo aviso, los seis equipos que componen el grupo desembarcan en los lugares que han sido denunciados o de los que existen sospechas de irregularidades. Allí interrogan a los trabajadores, a sus patrones, e intentan constatar la existencia de condiciones análogas a la esclavitud. Con frecuencia estas inspecciones culminan con la liquidación de los salarios impagados y el rescate de los trabajadores.

En 2010 más de 2.600 personas fueron liberadas en Brasil. Un número pequeño en comparación con los casi 6.000 de 2007. Desde entonces, el número de denuncias y rescates ha caído. "El mapa del trabajo esclavo está cambiando. Pará siempre ha sido el Estado más conflictivo, pero ahora también actuamos bastante en el sur del Estado de Amazonas, en la denominada Boca do Acre", confirma Gilherme José de Araújo Moreira, máximo responsable del Grupo Móvil. Para el juez Dos Santos Andrade, sin embargo, el número de equipos del Grupo Móvil es "insuficiente para enfrentar semejante desafío". "Esto demuestra la pequeñez del Estado ante este drama", denuncia.

Aunque en los últimos años Brasil ha avanzado en la represión de estas violaciones de derechos humanos, el problema aún está lejos de resolverse. Quizá buena parte de la culpa la tengan los propios políticos, muchos de ellos secuestrados por los oscuros intereses del sector agropecuario más abyecto.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Emiliano Zapata




A los pueblos y gobiernos del mundo. 

Hermanos:

No morirá la flor de la palabra. Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder.

Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo.

Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada.

Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos.

Nuestra lucha es por el hambre, y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos.

Nuestra lucha es por un techo digno, y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia.

Nuestra lucha es por el saber, y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio.

Nuestra lucha es por la tierra, y el mal gobierno ofrece cementerios.

Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergüenzas.

Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro.

Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos.

Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas.

Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos.

Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido.

Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción.

Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz. Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los 500 años. Estas son, hoy, nuestras exigencias.

martes, 15 de noviembre de 2011

Muhammad Yunus

Obtuvo el doctorado en la Universidad Vanderbilt, a la que había podido acceder gracias a una beca Fulbright. Posteriormente fue profesor en Tennessee (Estados Unidos).
En 1971 regresó a Bangladés, que se había independizado, para ejercer la profesión docente en la Universidad de Chittagong, donde ocupó el cargo de Director del Departamento de Economía Rural hasta 1989. En 1974 propuso una forma de organización social para aldeas rurales denominada Gram Sarker (gobierno rural). La propuesta demostró ser practicable y útil, por lo que en 1980 fue adoptada oficialmente por el gobierno de Bangladés. Desde esa época, debido a la hambruna que asolaba a este país (uno de los países más pobres y poblados del mundo), tomó conciencia de que sólo se puede salir de la pobreza superando las leyes del mercado, proporcionando microcréditos: créditos solidarios sin garantía a los más necesitados para que puedan realizar una actividad independiente y creativa.
En 1976, a pesar de la enorme resistencia y los numerosos rechazos de las entidades bancarias de Bangladés, consiguió fundar el Banco Grameen2 (banco rural), que en 1983 obtuvo la calidad de banco autónomo.
Este banco de pobres ha beneficiado a siete millones y medio de personas, propietarias ellas mismas del banco, en su gran mayoría mujeres, que reunidas en grupos de cinco o más, solidarias y responsables, consiguen reembolsar 9 de cada 10 de sus pequeños préstamos en contra de lo esperado.
Cuando una mujer consigue rendimientos por su actividad, los que se benefician en primer lugar son sus propios hijos.
Muhammad Yunus
El sueño de Yunus es crear la primera Organización No Gubernamental, tipo Banco, paralela al gobierno, capaz de asegurar a gran escala la educación, salud, pensión de las personas más pobres, 100% autofinanciable, libre de impuestos, subsidios, y gestionado por los mismos prestatarios (siendo de su propiedad).
Gracias a su éxito, el Banco Grameen, cuyo modelo es seguido en todos los continentes, aplica una política económica y social encaminada a la construcción del hábitat rural y de escuelas.
En 1996, la Unesco concedió el Premio Simón Bolívar a Muhammad Yunus, quien afirma:
El crédito solidario concedido a aquellos que nunca habían pedido un préstamo refleja el enorme potencial sin explotar que tiene cada ser humano.
Muhammad Yunus
En 1998 recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia por su colaboración para que miles de personas hayan tenido la oportunidad de salir de la pobreza.
El 1 de diciembre de 2005 la Fundación por la Justicia le concedió el V Premio del mismo nombre, teniendo en cuenta la contribución de la tarea del profesor en la erradicación de la pobreza; el haberse declarado 2005 como Año Internacional del Microcrédito; así como la transcendencia que para una efectiva defensa de los Derechos Humanos tiene el proyecto diseñado por Muhammad Yunus, determinaron al jurado considerar unánimemente la suya como la más adecuada entre las 59 candidaturas presentadas.
El 13 de octubre del 2006, Muhammad Yunus y su Banco Grameen recibieron el Premio Nobel de la Paz 2006 por su lucha para lograr una economía justa para las clases pobres. Este premio le dio un total de 1.100.000€ que destinó a obras benéficas. Además, en la actualidad el banco Bancoestado de Chile utiliza su nombre en honor para un premio que se entrega a emprendedores destacados.

lunes, 14 de noviembre de 2011

PABLO NERUDA

Ellos aquí trajeron los fusiles repletos
de pólvora, ellos mandaron el acerbo
exterminio,
ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,
un pueblo por deber y por amor reunido,
y la delgada niña cayó con su bandera,
y el joven sonriente rodó a su lado herido,
y el estupor del pueblo vio caer a los muertos
con furia y con dolor.
Entonces, en el sitio
donde cayeron los asesinados,
bajaron las banderas a empaparse de sangre
para alzarse de nuevo frente a los asesinos.

Por esos muertos, nuestros muertos,
pido castigo.

Para los que de sangre salpicaron la patria,
pido castigo.

Para el verdugo que mandó esta muerte,
pido castigo.

Para el traidor que ascendió sobre el crimen,
pido castigo.

Para el que dio la orden de agonía,
pido castigo.
Para los que defendieron este crimen,
pido castigo.

No quiero que me den la mano
empapada con nuestra sangre.
Pido castigo.
No los quiero de embajadores,
tampoco en su casa tranquilos,
los quiero ver aquí juzgados
en esta plaza, en este sitio.

Quiero castigo.